La publicidad nos atrapa irremediablemente. La miramos con supuesta indiferencia cuando aparece en la televisión, en el ordenador, en la revista… Pero ese “espejo” de la realidad es poderoso y omnipresente. La fuerza de la publicidad no está en el producto que vende, sino en la forma de vida que vende. La publicidad no hace fuerza con un anuncio, sino con el bombardeo de anuncios que aparecen ya casi en cualquier lugar. La publicidad es una idealización que busca crear un mundo anodino y aséptico, donde todo parezca seguro. Si la publicidad solo vendiera productos, sería efímera, ya que esos artículos desaparecen pronto de nuestra vida. Si la publicidad enseña un modo de vida determinado, su duración será eterna.
Foto y texto: Gonzalo Gallardo
