De nada sirve quedarse en la cama si lo único que sueñas son pesadillas. Levantó su delgado cuerpo de la piltra. Su perrita lo saludó con un lametón y juntos salieron a la calle, por fin hacía bueno y el sol relucía en el lomo del animal.
Cogió un periódico gratuito y buscó el arrullo de venerables piedras talladas hace siglos. Solo Luna permanecía vigilante ante el incómodo fotógrafo. Él se dejó caer sobre la letra impresa como un nadador lo hace sobre el mar.
Foto y texto: Gonzalo Gallardo