Los zarpazos de la vida le habían despojado de casi todo. Parecía un buda triste sentado en la escalera. Pero cuando Dios le ponía a su alcance el andar de una mujer todavía se podía ver un brillo canalla en su mirada, dos apasionadas brasas que obraban la bendición de la amnesia.
Foto y texto: Gonzalo Gallardo