Vistos así –entre rejas- parecían prisioneros de su propia
abulia. Y sin embargo persistían en su intención de vivir juntos. Hace tiempo
que la rutina y la asincronía liquidaron la pasión. Hoy comparten café, prensa
y soledad. Sin nada que decirse, y con miedo de mirarse a los ojos, se dejaron
caer sobre la letra impresa como un nadador lo hace sobre el mar.
Foto y texto: Gonzalo Gallardo