LA MANO DE MI MADRE
Me baño en la quieta luz de una gota
y recuerdo como llegué a ser:
un lapicero puesto en la mano,
la fresca mano de mi madre sobre la mía,
cálida.
-Y así nos pusimos a escribir
entrando y saliendo de corales,
un alfabeto submarino de arcos y puntas,
de caracoles espirales, de estrellas marinas,
de blandientes tentáculos de pulpo,
de grutas y formaciones rocosas.
Letras que con sus cilios se abrían paso
vertiginosamente entre lo blanco.
Palabras como lenguados aleteando
y enterrándose en la arena,
o anémonas oscilantes con sus cientos de hilos
en un quieto y único movimiento.
Frases como cardúmenes
que se hicieron de aletas y ascendían
y también de alas que en compás se agitaban,
palpitando como mi sangre que a tientas
golpeaba estrellas contra el cielo nocturno
del corazón;
fue cuando vi que su mano había soltado la mía,
que yo hacía mucho, escribiendo,
me había desasido de ella.
Foto: Gonzalo Gallardo
Texto: Pia Tafdrup- Dinamarca