No me
gustan las máscaras exóticas
Ni
siquiera me gustan las más caras
Ni las
máscaras sueltas ni las desprevenidas
Ni las
amordazadas ni las escandalosas.
No me
gustan ni nunca me gustaron
Ni las
del carnaval ni la de los tribunos.
Ni las de
la verbena ni las del santoral.
Ni las de
la apariencia ni las de la retórica.
Me gusta
la indefensa gente que da la cara
Y le
ofrece al contiguo su mueca más sincera
Y llora
con su pobre cansancio imaginario
Y mira
con sus ojos de coraje o de miedo.
Me gustan
los que sueñan sin careta
Y no
tienen pudor de sus tiernas arrugas
Y si en
la noche miran/ miran con todo el cuerpo
Y cuando
besan/besan con sus labios de siempre.
Las
máscaras no sirven como segundo rostro
No
sudan/no se azoran/jamás se ruborizan
Sus
mejillas no ostentan lágrimas de entusiasmo
Y el
mentón no les tiembla de soberbia o de olvido
¿quién
puede enamorarse de una faz delegada?
No hay
piel falsa que supla la piel de la lascivia
Las
máscaras alegres no curan la tristeza
No me
gustan las máscaras, he dicho.
Foto: Gonzalo Gallardo
Texto: Mario Benedetti